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jueves, 29 de septiembre de 2011

Reflexion Sobre Politica Nacional. Eligio Ayala

Para fabricar salchichas se requieren aptitudes especiales; para ser
legislador o ministro en el Paraguay el talento y los conocimientos son
superfluos. La preparación, el carácter, la honestidad a veces estorban.
Valen más ciertas contorciones y genuflexiones del cuerpo que veinte años de
estudios, que la decencia y la probidad.
Los que ocupan los puestos públicos creen saber todo, se creen aptos para
todo, pierden la conciencia de la propia ineptitud.
En el Paraguay para brillar con reputaciones falsas basta ser diputado,
senador o ministro. Luego, es lógico que la pasión dominante sea la de
adquirir esos puestos y conservarlos y que para eso en vez de estudiar, de
prepararse y dignificarse, se adule, se intrigue o se implore servilmente.
Por esta razón la mayor parte de los que ejercen los elevados cargos
políticos son los verdaderos arribistas petulantes. Todas las magistraturas
han sido profanadas por la inepcia más franca y por la nulidad más absoluta.
Así se ha llenado el Parlamento y los ministerios de aprendices, que se
instruyen en almanaques del año pasado y destrozan la actividad económica
nacional con sus caóticas y torpes ensayos legislativos.
Todo se hace al azar, por tanteo, por instinto como en un acceso de
sonambulismo, todo se reforma sin necesidad y nada se reforma de lo que es
preciso reformar.
En un mar flotante de pasiones y apetitos, sin principios directores, sin
sistemas, sin conocimientos, sin brújula, la intervención del Estado en la
esfera económica se ha convertido en un oportunismo de detalle, de
expediente, al día, que libra la economía nacional al capricho de los
intereses particulares pequeños del presente.
No se respeta el mérito, no se desprecia el vicio, nadie se indigna
sinceramente contra la injusticia, nadie es justo. Los culpables pierden la
conciencia de sus faltas, los hombres virtuosos, el pudor, y los partidos su
nobleza. Buenos y malos viven en cada partido en una camaradería hipócrita,
sin sinceridad, sin confianza recíproca, sin gratitud, sin generosidad. El
interés los divide y los une y reconcilia sucesivamente.
Los enemigos de ayer conspiran juntos, los amigos de hoy se venderán mañana.
En vez de partidos se forman círculos esporádicos y convulsivos de pequeños
ambiciosos.
Los partidos tradicionales en vez de ser útiles a la patria, utilizan la
patria; en vez de servir sanos intereses nacionales en el gobierno, hacen
que el gobierno les sirvan a ellos.

Eligio Ayala

Berna, Suiza, 1915

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