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sábado, 17 de septiembre de 2011

Emiliano R. Fernandez al Panteon de los Heroes

 

Los restos del poeta popular, Emiliano R. Fernández, serán trasladados de su Guarambaré natal al Panteón de los Héroes, mediante la promulgación de la ley correspondiente por el Poder Ejecutivo.

 La ley lleva el número 4.420, y pasó previamente por ambas Cámaras del Congreso, donde se destacó el aporte del poeta y músico a favor de la cultura paraguaya.

Emiliano R fernandez es considerado uno de los más prolíficos exponentes de la poesía popular del Paraguay. Fue declarado “Gloria nacional” por la Asociación de Escritores Guaraníes en 1950

Biografía del Poeta 

Nació en Guarambaré, compañia Yvysunú, el 8 de agosto de 1.894. Fueron sus padres, el sargento de la Guerra Grande don Silvestre Fernández y doña Bernarda Rivarola. Siendo muy niño, se trasladó a Asunción, al barrio Bejarano-Recoleta con su madre que lo crió como a todo hijo natural de aquel entonces. En homenaje a doña Bernarda antepuso la inicial del apellido materno al del apellido paterno, perpetuando su nombre no como Emiliano Fernández Rivarola, sino como Emiliano R. Fernández.

Cursó la primaria en la Escuela de Ysaty y aprobó totalmente en el año 1.906. Con 12 años aprendió a ejecutar la guitarra, y su servicio militar lo cumplió en Concepción, en la Segunda Compañia, al mando del entonces Teniente Primero José Félix Estigarribia.

Se casó por civil con Belén Lugo, la morena ysateña, en plena guerra el 8 de agosto de 1.933 (día de su cumpleaños) y por religioso, el 24 de febrero del 34 en Caacupé. De éste matrimonio nació Emiliano Ramón, y extramatrimoniales son: Laureano, Ignacio, Rosario y Norberto Ramón.

Comenzó a escribir poesías en Concepción, en su época de soldado. Refería él mismo que un oficial alemán le enseñó la técnica de rimar las palabras. Para expresarse en el lenguaje corriente del pueblo, utilizó esa rara, bella y graciosa mezcla del guaraní con el español, y con ese jopará, llegó como nadie al alma de su pueblo. Supo así, vestir de autenticidad su poesía y encender la tea de la admiración, porque tan bien pintaba el paisaje cotidiano, como tan patrióticamente relataba las acciones guerreras en sus poesías épicas, o ponía todo el gracejo propio de la viveza criolla en sus versos de amor.

Fue reivindicador de la memoria del mariscal Francisco Solano López, mancillada por la sed de venganza de sus detractores. En la guerra del Chaco fue valiente protagonista, herido dos veces y ascendido en pleno campo de batalla, en Nanawa, por decreto No.46.692. Desmovilizado al término de la guerra con el grado de Teniente Segundo.

Sus obras sobrepasan el millar, y gran parte de ellas, están musicalizadas por talentosos músicos como Félix Pérez Cardozo, Mauricio Cardozo Ocampo, Andrés Cuenca Saldívar, Ramón Vargas Colmán, Martín Escalante y Carlos Quintana.

Cuando el alma del compatriota busca la chispa que motive el deleite espiritual, esa ansiedad se traduce en una frase muy común en nuestro pueblo: Ñahendu petei Emilianore!.

Herido por la espalda en un oscuro incidente en el Bar Mberú de Loma Clavel, el 3 de noviembre de 1.948. Falleció el 15 de setiembre de 1.949. Sus primeras poesías fueron: Primavera y Trigueñita, y las últimas: Mi Pluma (en castellano) y Arasy Memby Tee (23 de junio de 1.949), dedicada a la enfermera yaguarorina Facunda Velázquez.

ROJAS SILVA REKÁVO
La llama de la ira encendida (x)

Emiliano R. Fernández y el teniente Adolfo Rojas Silva eran amigos. El poeta y el joven militar, por el azar de la vida, se encontraron en el Chaco entre fines  de 1926 e inicios de 1927.

         ”El poeta trabajaba en el obraje del español Gregorio Leoz –padre de Nicolás Leoz, presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol-, al servicio de la empresa Carlos Casado. Estaba en el kilómetro 61 de la vía ferrea que llegaba hasta Punta Riel, en el 160. Rojas Silva acampaba, entonces, en el kilómetro 50, al frente de una cuadrilla que realizaba la prolongación del hilo telegráfico. Ese trabajo era uno de los preparativos bélicos, ya que el Gobierno de Eligio Ayala tenía la certeza de que tarde o temprano los cañones iban tronar en los cañadones chaqueños. Como la distancia entre ambos amigos era nada más que de dos leguas –eso, en el Chaco, es a dos cuadras- se venían a menudo”, cuenta Eugenio Hermosa Selliti, rastraeador infatigable de las huellas de Emiliano en el norte del país.
             Las tertulias eran frecuentes. Emiliano iba hasta la carrería del kilómetro 50 o Rojas Silva se apersonaba en el rancho del 61. Todo era muy austero, mas nunca faltaban la guitarra, el canto, la buena carne de res y la caña. Una vez, en la pausa de las cuerdas de los músicos, Rojas Silva contó que su misión era desalojar a los bolivianos del territorio paraguayo. Emiliano se entusiasmó porque ése era su ferviente deseo. Alentó a su amigo, e incluso le adelantó que si la patria lo llamara, su sangre estaba dispuesta al sacrificio.
         Pasó algún tiempo y el teniente –con sus escasos soldados, a caballo todos- se adentró en el Chaco. ”Pernoctó en el kilómetro 104, un obraje a cargo de Peláez, otro español. Después, al parecer, se encontró con su jefe, que estaba también en la zona, y habrían tenido una desavenencia. De ahí Adolfo Rojas Silva volvió al asiento de su unidad, Concepción. Paró en el hotel de Casado antes y sacó pasaje para la motonave ”Concepción”, cuenta  Eugenio Hermosa Selliti, oriundo de Caapucú, administrador de la empresa Carlos Casado.
          De Concepción, Rojas Silva volvió al Chaco. A fines de febrero de 1927 él y sus soldados, en el Fortín Sorpresa, cayeron muertos por balas bolivianas. Este episodio, que enciende los ánimos –ya, desde luego, caldeados- de los paraguayos, fue  la primera mecha que estuvo a punto de iniciar la guerra. El Gobierno de Eligio Ayala, sin embargo, sabía que responder a esa agresión –en ese momento- era entregar el Chaco. El Paraguay, por entonces, estaba preparándose para la hora inevitable que llegaría en 1932.
         El episodio del Fortín Sorpresa inspira dos poesías a Emiliano. Las escribe en el kilómetro 61 de la vía férrea de Carlos Casado. Una es el compuesto Teniente Rojas Silva, en el resalta la juventud de Adolfo –veinte años mombotývai gueteri-, el enfrentamiento, el coraje de su amigo y compañeros, y la muerte como ingrato epílogo.
         Rojas Silva pe tape omoñepyrü/ ha jahamanteva´erã ñadefende, dicen los versos finales que inician la idea central de Rojas Silva rekávo, que escribe inmediatamente después. Allí la indignación del poeta cobra vuelo impetuoso e invita e incita a repetir la Ley  de Talión: no ojo por ojo sino sangre por sangre. Mauricio Cardozo Ocampo es el autor de la música.
 

ROJAS SILVA REKÁVO

 Jaku´éke Paraguái oguahëmako la hora
jahamívo jaheka Rojas Silva retekue
ñavengéme katuete umi cobarde ojapóva
anichéne opuka guaikuru ñande rehe
 
Taheja che ru che sy, taheja opa ahejáva
ko la patria reyhupápe tamano jepe cheve
kóicha oï ramo en peligro seriamente amenazada
aipota voi che renói aservi haguã ichupe
Na´iporãi esta amenaza sapukái en le frontera
umi cobarde asesino guaikurúpe heropy
jaipyso katu en el Chaco tricolor ñane bandera
ha iguýpe jaje´ói umi intruso ñamyendy

Jajapi Sorpresa lado Rojas Silva upépe oiméne
ñane hermano infortunado ojejukáva reiete
ivengávo ko jaháta ñanguãhëne ñaguãhëne
ha jarúne ave ko´ápe más que sea ikanguekue
Paraguái rehe ojapo umi indigno ojapóva
ohechava´erã avei icastigo umi ava
ñaguahëne aipo La Paz-pe tosoro la osoróva
jahapýne umi salvaje: Rojas Silva ñavenga
 Aretéma umi pombéro ñande apérehe oikóva
ñanda´o cada ko´ë ñane pichãi manterei
ha ko´ãga ombojo´a con el crimen ojapóva
ñane hermano oasesina ñande yvýpe katui
Ha pa péicharõ ñande ñane tindytante jaikóvo
ñaimo´ã jareko´ÿva suficiente korasõ
ma´erãpa mbokaita jaipota rei aipórõ
ñaimo´ã katu mitã cháke kukúpente jaiko

Tekotevëma ñañemoï jaikuaáva el patriotismo
ñambopyahu jevy haguã ku picada yma guare
ikatu ñaimemimi heredado el heroísmo
anichéme ñamotï ku Guaraní ñande ypykue

Ipochýne umi  tuja López-kue opyta reírõ
amoité Sorpresa ñúme tuguy oñehë va´ekue
iporãnte jaje´ói ha pya´e voi ikatúrõ
jajuhúne gueteri Rojas Silva ruguykue
Ore renói katu para este sacrificio
ore jyva na´ikangýi si la patria oikotevë
oimeháicha paraguayo rohura a su servicio
como nieto de los López romanóvo hendive.
Letra: Emiliano R. Fernández
Música: Mauricio Cardozo Ocampo

 

  

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